Beber
El siguiente planeta estaba habitado por un bebedor. Esa visita fue muy corta, pero hundió al principito en una gran melancolía:
- Qué haces ahí? – le dijo al bebedor, que encontró instalado en silencio ante una colección de botellas vacías y una colección de botellas llenas.
- Bebo – respondió el bebedor, con aire lúgubre.
- Por qué bebes? – le preguntó el principito.
- Para olvidar – respondió el bebedor.
- Para olvidar qué? – inquirió el principito, que ya lo compadecía.
- Para olvidar que tengo vergüenza – confesó el bebedor bajando la cabeza.
- Vergüenza de qué? – se informó el principito, que deseaba socorrerlo.
- Vergüenza de beber! – concluyó el bebedor que se encerró definitivamente en el silencio.
Y el principito se fue, perplejo.
Los adultos son decididamente muy pero muy extraños, se decía a sí mismo durante el viaje.
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